viernes, 20 de noviembre de 2009

Prestaron testimonio los sobrevivientes de Campo de Mayo Oscar Covarrubias y Beatriz Castiglione

Por Pamela Argañaraz

El tribunal a cargo de juzgar los 56 casos de secuestros, torturas y asesinatos en Campo de Mayo, tomó ayer declaración a los testigos Oscar Covarrubias y Beatriz Castiglione, ambos secuestrados por 17 días en 1977.
El primero fue Covarrubias, quien detalló cómo fue la noche del secuestro, la llegada a Campo de Mayo y su cautiverio allí. “Había perdido mi identidad. Era el número 230. Con ese número me identificaban y me llamaban para torturarme”, afirmó.
Luego de un cuarto intermedio, fue el turno de Castiglione, quien brindó detalles coincidentes con los de Covarrubias y contó lo que pasó la noche del 17 de abril de ese año, qué vio y qué sintió con sus ocho meses de embarazo.
Castiglione, pareja de Covarrubias por entonces, tenía el número 929. Sendos testimonios concordaron en la descripción de los mecanismos de torturas y en la identificación de sus “cuidadores”: “Cacho” y “El Yaya”. A Beatriz, el primer día le dijeron: “Acá estamos en una guerra sucia. De acá ni Videla te puede sacar”.
Tanto Castiglione como Covarrubias trazaron un relato preciso de los hechos y se emocionaron al recordar haber visto en esos días a Jorge Casariego, quien fuera amigo del matrimonio.
“Pirincho era su apodo. Había sufrido torturas como el submarino y lesiones debajo de las uñas, entre otras cosas”, apuntó Castiglione. Casariego les había pedido a ambos, por separado, que digan todo lo que sepan. La mujer de Pirincho, Norma Tato, también se encontraba en el campo y estaba embarazada de cinco meses. (N. de la R.: El hijo de Norma Tato y Jorge Casariego recuperaría su identidad treinta años más tarde gracias a la búsqueda de Abuelas).
La querella formuló varias preguntas referidas a los cuidadores, a las mujeres embarazadas y a Casariego. La defensa indagó sobre cómo ambos podían afirmar que habían estado en Campo de Mayo, sobre “Cacho” y “El Yaya” y de cómo estaban seguros de que Casariego era Casariego.
Luego de las preguntas, Beatriz pidió la palabra: “A la Justicia le pido que apliquen el castigo necesario y le agradezco por dejarme estar acá y dejarme declarar. Al Ejército y a las Fuerzas Armadas les digo que si eran conscientes de que estábamos en una guerra sucia como sus cabezas, les pido que se hagan cargo y que tengan el coraje de hacerse responsables, como nosotros tenemos el coraje de reconstruir lo que vivimos, a los desaparecidos y a los muertos”.
Al finalizar, un público conmovido brindó un largo aplauso a los testigos, con las fotos de los desaparecidos en alto. En la sala sólo se encontraban dos de los imputados, custodiados constantemente por dos oficiales.

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