viernes, 20 de noviembre de 2009

“Me dijeron que después que tuviera al chico me iban a reventar”

Por Pamela Argañaraz
Beatriz Castiglione narró y revivió su detención de 17 días en Campo de Mayo, cuando estaba embarazada de ocho meses. El primer domingo que pasó allí, encapuchada, escuchó como un hombre acosaba sexualmente a una mujer. Más tarde, esa misma voz masculina se arrimó a ella y el sujeto comenzó a tocarla. Su reacción instintiva fue llamar a uno de sus cuidadores. “¡Yaya!”, gritó. Dos días después, encadenada, la trasladaron a otro pabellón más grande.
María, Mercedes, Betina, Norma, Mónica y Graciela fueron las “amigas” -como ella les dice-, con quienes compartió aquellos días en el campo. Todas, como Beatriz, estaban embarazadas. “La de menos meses era Norma, de cinco aproximadamente”, calcula. “Nos atendía un doctor. Cuando fui me preguntó la fecha de parto. Le respondí que esperaba para el 25 de mayo, y me dijo que pronto iba a tener noticias de él”, relata Castiglione.
Los domingos no se hacían interrogatorios. El primer lunes la llevaron para que hablara y fue ahí donde se encontró con Jorge “Pirincho” Casariego. Emocionada por el recuerdo de su amigo y por el estado maltrecho en que lo encontró, Beatriz contó que le preguntaron si sabía quién era él. “Yo conocía a toda su familia, a su mujer anterior y a Norma, con quien estaba casado hace un año y con quien iba a tener un bebé”. En su declaración, Beatriz aportó una precisa descripción física de Norma: “Morena, ojos oscuros, el pelo estilo carré”.
La testigo no supo de ningún parto durante esos 17 días. Las más avanzadas en sus embarazos eran Betina y ella, porque el resto de las mujeres tenían dos meses menos. Pero sí recuerda las torturas que sufrieron sus compañeras. “Un día nos hicieron duchar. Ahí vi los cuerpos lastimados por la picana”, detalla entre lágrimas.
Castiglione supo de un traslado masivo. “Pensé que estaban llamando gente para liberar. Intenté que me dejaran ir con ellos pero uno de nuestros cuidadores, Cacho, no me dejó. Como la habían llamado a Mónica, le di el teléfono de mi mamá para que le avisara que yo estaba ahí”. Aquellos “trasladados” hoy son desaparecidos.
María, otra de las embarazadas, que en realidad se llamaba Silvia, era médica, estaba de siete meses y logró tener trato con “el doctor” del lugar. Él le confirmó que estaban en Campo de Mayo. En la actualidad, Beatriz ve la foto de Silvia (la número 18 del legajo del Tribunal) y es capaz de reconocerla. Mercedes, la otra embarazada (de cinco meses), fue liberada con su marido Serafín, que estaba en el pabellón de hombres. Beatriz Castiglione fue liberada junto a su marido.
Quince días más tarde tuvo a su hijo.

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